La tentación de abandonar es grande

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Reconozco que la tentación de abandonar es grande y si me retengo es más por vergüenza que por falta de ganas. Me pregunto dónde quedó la ilusión por hacer proyectos y dónde quedaron las ganas y la fuerza para acometerlos.

Y aun así continuo, a un 2% de capacidad, pero continuo (o eso creo). No por convicción, por vergüenza, como ya he dicho. Vergüenza a mis propios reproches, pues hace tiempo que ya no me importa tanto lo que los demás piensen de mí, aunque esto no sea del todo cierto. Desde mi propia lógica, incluso es posible que llegue el día que no me importe ni lo que yo mismo piense, aunque esto tampoco sea del todo cierto.

No todo me pesa, dejar de lado los compromisos autoimpuestos ha sido una liberación. La riada, sin embargo, está arrastrando mis (pocas, casi nulas) ganas de estudiar, de escribir (¡oh, sorpresa!) y de hacer cualquier cosa que no sea estar en la cama, preferiblemente durmiendo.

Apático y asténico, puede que deprimido (¿acaso alguna vez no lo estuve?), desmotivado, desilusionado… La lista es larga.

Sigo sin saber lo que quiero ser de mayor, pero me hago mayor y mayor se hace mi agobio (ansiedad, tristeza, desilusión, desmotivación…) y con él las ganas de abandonar. 

Lo que sé es que no quiero esto y me veo atrapado en ello. Por eso, la tentación de abandonar es grande; sin embargo, a día de hoy sigue siendo mayor la vergüenza que siento. Quién sabe mañana…

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