El soldado se acercó con cautela. El niño lloraba aterrado. 'Tranquilo, pequeño, no voy a hacerte daño'. El niño se enjugó las lágrimas con la manga, '¿lo prometes?'. El militar bajó su arma. 'Nunca te haría daño'. El chiquillo sonrió y lo miró agradecido. En ese momento se produjo una fuerte explosión. En su agonía, el soldado recordó: 'el arte de la guerra se basa en el engaño'. Y expiró.
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