Pon un PMR 446 en tu vida

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Descubre por qué este dispositivo puede ser tu mejor aliado

En un mundo cada vez más conectado y tecnológicamente avanzado, la comunicación instantánea se ha convertido en una necesidad básica. Ya sea para coordinar actividades al aire libre, mantenerse en contacto con amigos y familiares durante un evento o simplemente para tener una forma confiable de comunicarse en situaciones de emergencia, contar con un medio de comunicación alternativo, si bien complementario, al teléfono móvil es fundamental. Es aquí donde entra en juego el PMR 446.

Mi atelier de encuadernación «Nusos i Lligams»

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En un post anterior confesaba que uno de mis sueños es tener un pequeño taller de imprenta en el que elaborar yo mismo y de forma totalmente artesanal aquellos libros que me inspiraran. Lo imaginaba como algo humilde, íntimo, casi secreto. Me lamentaba también por no tenerlo.

En mis sueños aparecía un cobertizo con una gran mesa de trabajo, una prensa manual con sus tipos, papeles por doquier, una guillotina o, mejor aún, un ingenio, y otras herramientas de encuadernación. El sol entraba por una ventana con vistas a la montaña y el olor a tinta y a papel viejo lo impregnaba todo.

Que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.
Pedro Calderón de la Barca.

Aun no siendo la realidad tan idílica como en mis desvaríos oníricos, puedo decir que —por fin— tengo, de nuevo, mi rincón de crear. Digo «de nuevo» porque estoy familiarizado con el arte de la encuadernación desde hace décadas, aunque también hace casi tanto que no lo practicaba.

Sueños de papel

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Mi relación con el libro es muy temprana. Cuenta mi madre que yo ya sabía leer cuando me llevó al colegio por primera vez y que la única manera de poner fin a mis rabietas era darme una revista o que para que obedeciera lo más efectivo era amenazarme con romperla. Me aburría con los juguetes, pero podía pasarme horas mirando algo que llevara letras, no importaba si lo entendía o no.

En la escuela, mi felicidad era plena cuando a final de trimestre la seño nos ayudaba a encuadernar todos los trabajos realizados hasta el momento. Una perforadora de agujeros, un par de cartulinas y un trozo de cordel o de lana hacían la magia. Otras veces podía ser un fastener, unos pasadores con arandela o unas anillas metálicas quienes pusieran orden en aquel caos de papeles. ¡Qué más da! Era un libro, mi libro.