¡Qué dulce es pecar
si es entre tus labios!
¿Qué pena hay peor
que extrañar tus abrazos?
¿Más duro dolor
Dios me reservaría
que morir en vida
y, por no tenerte,
vivir la muerte,
amada mía?
Y aunque así fuese,
¿que no daría,
luz de mi día,
por volver a verte?
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